domingo, 3 de julio de 2011

La verdad sobre el hombre-baliza

Foto: Tetsumo

No está solo, como podría creerse, al ver cierto aire naïf en su barbado rostro. No está solo. Para nada. La verdad es que son varios individuos que recorren Asunción, suben a las líneas del transporte público y si el ómnibus en el que viajan sufre una avería o ven por la ventanilla alguno con problemas mecánicos, bajan de inmediato, se colocan en la parte posterior del vehículo descompuesto y levantan la mano para indicar a los automovilistas que el colectivo padece de problemas técnicos, que es preciso girar a la izquierda y adelantarlo; una baliza humana.

Se que han sido reportados casos en que fue visto en más de un lugar al mismo tiempo. Conozco la razón. No hay ninguna bilocación, nada de doppelgängers. Ignoro el origen y el objetivo final de esto que hacen. Claro, tiene que haber un por qué pero aun no lo puedo adivinar. Lo que se con certeza es que están muy bien organizados. Se de lo que hablo. Yo he visto el lugar de donde salen cada mañana, en fila, todos vestidos de idéntica manera. Son numerosos e iguales en cada detalle. He sido testigo, vi a un ejército de hombres-baliza dispersarse a patrullar las calles de Asunción.

No puedo contar más, porque sería poner mi vida en un riesgo todavía mayor al que ya, con seguridad, me acarreará este breve post, texto que escribo como una especie de seguro de vida mediático. Si algo llegara a pasarme, no lo duden: habrán sido ellos.

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