lunes, 18 de diciembre de 2017



Está disponible el pdf de la versión en inglés de Idols and underdogs, una antología de cuentos de fútbol a nivel continental donde me toca compartir equipo con cracks de la talla de Juan Villoro, Selva Almada, Roberto Fuentes y Edmundo Paz Soldán.

El libro fue publicado el año pasado por la editorial escocesa Freight Books y se lo puede bajar haciendo clic aquí.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Habemus meme


Che ropea guýpe


La edición de este sábado del diario Última Hora, en el Correo Semanal, trae un breve artículo que escribí acerca del poema "Che ropea guýpe", de Elvio Romero. Como valor agregado, nuestra Premio Nacional de Literatura 2017, Susy Delgado, hizo una traducción "ad hoc" para este artículo. El poema que es objeto de análisis fue musicalizado por el desaparecido maestro César Cataldo: https://www.youtube.com/watch?v=7XmmKZpsB8A

UN POEMA SINGULAR DE ELVIO ROMERO
"Mombyrýgui che retä ñaimo'ä rohayhuve / hi'ánte mako aveve ne rendapeve vokói rohecha" dicen los versos iniciales de "Mombyry guive", canción escrita por el siempre melodioso Mauricio Cardozo Ocampo. "Mombyry guive heta rohechaga'u / mbombyry guive nderehe che mandu'a", continúa en la tercera estrofa. Innumerables son los autores que han escrito obras inspiradas en la patria lejana. Podemos, a modo de ejemplo, citar los nombres de Roa Bastos, Casaccia, Campos Cervera, Abente y Flores. La nostalgia del terruño está siempre presente en un corazón que late en el exilio. Esa pena por verse ausente de la patria tan querida la habrá experimentado el poeta Elvio Romero cuando escribió Che ropea guýpe, como un antídoto contra la nostalgia. En una entrevista con Victorio V. Suárez, nuestro poeta afirmó haber escrito ese poema "de la manera más espontánea", en el año 1968, en un viaje a Egipto. En esa tierra de momias y jeroglíficos, respirando la brisa del legendario río Nilo, mientras desde lo alto de las pirámides lo contemplaban más de 40 siglos, enfebrecido de amor a la patria lejana, escribió en la lengua de Félix Fernández los versos de Che ropea guýpe, firmando así su único poema en guaraní, dedicado a Élida Vallejos, su “Pochochita” amada. El poema sería luego musicalizado por el recordado y querible arpista César Cataldo.
Para Pitágoras, el siete era el número perfecto; Dante no le iba en zaga. Cabalístico número siete. Che ropea guýpe es el séptimo texto de El viejo fuego, obra que Elvio dio a conocer en 1977. Puede que su ubicación en el séptimo lugar se deba tan solo a la casualidad, o tal vez no: nunca lo sabremos. El poema tiene cuatro estrofas de cuatro versos y todos ellos —escandiendo según lo que dictan los preceptos— se componen de tres hexasílabos bien identificables, a excepción del primer verso de la estrofa final: Tesarái ñuatĩndýre retyryrývo reikóvo. Quien le busque defectos podría mencionar ese verso al que le faltan algunas sílabas para alcanzar la homogeneidad con el resto, así como la presencia de algunas ideas no del todo claras. Particularmente, me parece que constituyen peccata minuta. Sus virtudes inclinan la balanza mucho más que sus defectos.
Hay ternura y una invasiva belleza en el poema; está habitado por un aluvionante y armonioso tropel de imágenes y figuras retóricas. El verso que dice "ysapy satĩcha otytýi paitéva kuarasy resẽme" nos permite imaginar a una gota de rocío que tiembla de miedo ante la inminencia del amanecer, convulsiona por el apolíneo y ya intuido fin de su existencia. “Tesarái ñuatitýndyre”, el espinar del olvido, es un tropo señorial. “Amoheñoimba mbyja che resáre rogueru jeývo” dice el penúltimo verso del poema. Germinar de estrellas, estrellas que son lágrimas. La belleza de la metáfora se defiende por sí sola y contradice un poquito al tedio de la cotidianidad. Es una metáfora que amerita que apartemos el microscopio y temblemos de emoción, entregados al goce estético más puro; una metáfora que puede prevalecer contra el universo. En el capítulo XXII de su Poética, Aristóteles afirma que "la máxima destreza consiste en ser un maestro de la metáfora". Elvio Romero lo fue. En los versos de este poema impera lo que Ortega y Gasset denominaba "el álgebra superior de las metáforas".
Bethoveen compuso una sola ópera; Poe, Wilde y Pasternak escribieron solamente una novela; así como ellos, Elvio nos dejó tan solo un poema en guaraní. Es un poema que quizá no baste para ganarle un lugar de preeminencia entre los grandes cultores del ñe’ porã, del guaraní de armonía primitiva. Aunque también podríamos adherir a aquello de que como muestra basta un botón y afirmar que con Che ropea guýpe Elvio nos ha dejado un botón de oro, de un oro que no es de alquimia. La buena literatura no se trata de cantidad sino de calidad. Y este breve texto exuda literariedad en cada verso. A veces, lo menos, es más.

CHE ROPEA GUÝPE – BAJO MIS PESTAÑASTraducción de Susy Delgado
Che ropea guýpe romongéva’erã, ka’arupytũvo,
ikatu haguãicha ñembokĩ sa’ípe roñongatumi;
topea vevépe rombosarakírõ ha rombovy’árõ,
remaña che ãre, che aikuaa’ỹre, che vy’a raity.
Bajo mis pestañas yo te haré dormir al atardecer,
de modo a guardarte entre cariñitos que desgranaré;
si te hago traviesa, si te pongo alegre con el pestañeo,
me verás el alma sin que yo lo sepa, mi nido feliz.
Nahi’ãiva chéve kerasy vai oĝuahẽ ndeykére,
pévare ndakéi amondýi haguã pyhare pytu,
ñamyasãi jahávo vy’a ha tory yvága ru’ãre,
ñande pytuhóva ñañandúrõ hína ko juayhu paha.
Yo jamás querría que un feo desvelo llegue a tu costado,
por eso no duermo y espantaré el hálito de la negra noche,
así esparciremos gozo y alegría por lo alto del cielo,
lo que nos ahoga cuando percibimos el fin de este amor.
Ysapy satĩcha otytyipaitéva kuarahy resẽme,
che ruguy mbytére jasy ha jajái resẽ rejopy,
ha che resaýpe ne kunu’ũ háicha ku avy’a’ỹrõ,
che puka pahápe rombojeguaka ha rombohory.
Cual rocío limpio tiemblan por entero al amanecer,
esgrimes y echas la luna y el brillo en mitad de mi sangre,
si me das ternura cuando yo estoy triste, tomando mis lágrimas,
mi risa final te habrá de adornar y de celebrar.
Tesarái ñuatĩndýre retyryrývo reikóvo
ambohapepa mborayhu yvu che pype guive,
amoheñoĩmba mbyja che resáre rogueru jeývo,
ikatu haguãicha che ropea guýpe repyta jevy.
Por el espinar del olvido andas arrastrándote,
desde adentro abro camino al amor que se hizo surgente
y siembro de estrellas mis dos ojos para traerte de nuevo,
para que pudieras quedarte de nuevo bajo mis pestañas.

viernes, 14 de julio de 2017

COMING HOME

Solo a cuatro aeropuertos
se encuentran tus caricias:
Accra, Amsterdan, São Paulo
y el International Airport of Luque.
Estoy volviendo a casa
estoy yendo a tu piel y a tu mirada.
Tus labios ya se encuentran
tan solo a tres aviones de distancia.

Poemalo escrito en algún momento del 2008, en el aeropuerto de Accra (Ghana).

domingo, 7 de mayo de 2017

Del Paso, inmortal

Sigo arrobado por los cintilantes versos de Fernando del Paso, por ese su fascinado amor al idioma, por la literariedad químicamente pura de su obra.




XXV
Para cantarle al mar, me linotipo,
me escribo, corrijo, estereotipo,
de metáforas cónicas, parábolas,
y bitácoras grímpulas y náuticas.
Para cantarle al mar me caligrafo,
me imprento, imprimo, expreso, exprimo
el jugo de las oes, íes, úes,
me como de las efes los furores,
de las áes los cuellos de los ánsares,
y lamo de las eles las lisuras
y de las uves bebo las volutas.
Para cantarle al mar, me displicento,
me engargolo y me quiebro, me aspirino,
me cocaino y me alcoholo, cocacolo,
me enmariguano el alma, me mareo,
me navego en reversa, me enarbolo,
me pistono y me entuerco, me atornillo,
me engranajo y me pinzo, desternillo,
me atosijo y trasijo, contradigo,
me atoro y me desdoro, me embarroco,
me alarifo y ladrillo, me atarjeo,
me rococoro, alhambro, churriguero,
me alcantaro de plata y plateresco
y de poemas niños encanezco.

sábado, 6 de mayo de 2017

Un soneto incendiario de Tomás Segovia



VI
No sabréis nunca el odio que alimento,
infame tejedor, sastre canalla,
hipócrita modista que mal haya,
por vuestro arte y su cruel tormento.
Pues ¿no es infamia, niña, que un fragmento
de nylon deleznable, o una malla
de fino jersey sean la muralla
en que se estrella el ardor más violento;
y una hebra del éxtasis me aparte
y cierre el paso a tu pezón, y el grueso
de un hilo al foso que mi sexo anhela?
Más yo haré trizas tu textil baluarte,
y he de asaltar tu piel a puro beso,
y al ariete forzar tu ciudadela…

viernes, 5 de mayo de 2017

Un poema de Fernando del Paso


En este enlace pueden oír el poema en la voz de su autor: https://www.youtube.com/watch?v=JpKfQNYpNQ0

XIII

Cuando tú eres el mar, el mar entero,
me bebo tu rubor a bocanadas,
y en las rendijas de tu suave sombra,
deposito semillas de alabastro.
Me detengo en tus pechos que cintilan,
atónitas esponjas empapadas
en la leche de un astro acuchillado,
baluartes de orozuz y piel de ave:
allí busca su cuna la blancura,
allí encuentran las olas la ondulada
limpia tibieza de su epifanía.
Me detengo en tus pechos, los sorprende
mi boca ultramarina, boca encinta
de tus besos y adioses, de tu cuello,
de tu aliento huracán de claridades
y tu saliva, surtidor de ángeles.
Cuando tú eres el mar, el mar a solas,
mar contenido en redes de palabras,
te navego sin velas y sin remos,
sin timones, sin proas y sin quillas:
mi cuerpo es una barca, una piragua,
mi sexo un relámpago del alba,
bogan mis manos con su propio viento,
y viento en popa te penetro y entro
en tu carne de tierno lapislázuli,
en tu bullicio de diamantes líquidos,
antesala de alcobas milenarias,
y de insepultas dársenas umbrías.
Cuando tú eres el mar, yo te navego
en el ámbito verde de las olas.
Cuando tú eres el mar, yo que soy cielo
te cubro de arrobadas humedades,
y mi lengua que es brújula de seda
se zambulle en el norte de tus labios,
y en el sur de tu vientre se aposenta
con el fervor de un ave deslumbrada.
Cuando yo soy el mar, el mar sediento,
yo viajo a las honduras del silencio
y me topo con hálitos ardientes
que revientan de amores y de olvidos.
Cuando yo soy el mar, yo soy la hiedra
con lentitud de áspid, que te abrasa,
soy festín de alborozos, soy los astros
de cobre y los calvarios rumorosos
donde la disipada tarde prende
a tus mejillas frutos fulgurantes
de un aura de estanques matinales.

miércoles, 25 de enero de 2017

Sobre Manual de esgrima para elefantes


El escritor paraguayo Mario Castells (residente en Argentina) ha leído mi libro de cuentos y publicó el fruto de sus reflexiones sobre el texto:

La literatura paraguaya tiene un problema esencial, sabemos, que es la diglosia; pero otro es que no se sostiene en sus propios fundamentos, en su propia palabra, en un sistema crítico propio. De allí que vengan muchos pajarones a plantearle criterios de modernidad ajenos (centrales, hegemónicos) y boludeces por el estilo. Manual de esgrima para elefantes, libro de Javier Viveros, es un libro fundamental de esta literatura y creo que no ha tenido el empuje crítico que se merece, pero bien, pocos textos en Paraguay lo han tenido. Y digo que lo es porque, ante todo, ha podido sortear barreras ideológicas que son viejas taras de la literatura del Paraguay. No ha necesitado del lugar común del cronotopo paragua, no ha necesitado del guaraní o de ese substrato folclórico aberrante (folclórico aunque sea campesina o urbana su trama), no ha necesitado vomitar en portuñol ni andar cachaqueando para ser universal y enteramente paraguayo. ¡Logro excepcional de Javier!

Lo que más me ha ganado de este libro ha sido quizás su trampa, su método. Manual de esgrima nace de la convivencia del autor con la cultura africana. Vale decir, Viveros ha construido su camino a la modernidad tardía yendo desde una periferia, o más bien de un hinterland, como es el Paraguay, a otro hinterland acosado de la misma manera por las sinuosas redes de la globalización. Ha seguido un camino transversal, complicado desde ya; ha preferido lidiar con su época y su mundo lejos de los hologramas del capitalismo feliz, enfocando su perspectiva allí donde se tensa la red de la economía mundo, donde el éxito capitalista supura cadáveres y las viejas tradiciones se niegan a morir, apelando inclusive a la muerte en vida del dejà vu(dú). Desplazándose desde Senegal y Ghana hasta Tanzania, pasando por el Congo y Ruanda. Quizás para muchos el sumun de este libro puede ser su exotismo, pero siento que si dejamos correr la extrañeza de esos sonidos desconocidos, de los fonemas en lengua suajili, las referencias a las tribus y a los animales exóticos, encontraremos que los parecidos entre nuestras sociedades tercermundistas, son más precisos que los que podemos tener con sociedades menos desconocidas y más asimiladas a la idea occidental de lo globalizado, como las orientales. Si como probó Flannery O’Connor, “en la buena ficción, ciertos detalles de la historia tienden a concentrar significados; (pues) se vuelven simbólicos por la misma función que desempeñan”, creo que los símbolos de este libro son los puentes que conectan nuestros universos. Crujen pero todavía sirven.

Desde ese partido de tenis con el nieto de Mobutu, alentado por Evetta, la negra cheta de culo imponente, siempre sonriente, hasta el doble funeral de Kweku Mensah que no tan al extremo me remitió a los festejos del mita’i re’onguépe ñeñotyra que vi en mi infancia en la campaña ñeembuqueña, o la presencia permanente de la magia negra, algo que en Paraguay es bastante fuerte también aunque tengamos el tino de taparla un poco con rituales del catolicismo popular y su santería herética; el comparatismo entre África y América Latina es, como señalé, algo plausible. Así como efectivo es el uso de la ideología en el tono narrativo de los personajes narradores. Desde el cancherismo idiota del kurepi de “La lista”, el tono desaforadamente putero del paraguayo en “Putas rusas”, en “Primera semana”, en “Passing shot” mismo, la culposidad pequeñoburguesa del jerárquico en relación con los africanos, el desparpajo del que tiene el ego como un tuétano recubierto de una caparazón hecha de billetera gorda y moral judeocristiana.

Tan bueno es el libro de Javier que “Primera semana”, texto que me podría haber cerrado al prejuicio siempre corroborado de que eso de combinar distintos procedimientos de la escritura en redes sociales, twitter, e-mails o el chat, para describir las experiencias personales del narrador posmoderno, es vakarekaka montón al gusto de la gilada, me abrió al contrario a la sorpresa de un despliegue de denuncia del racismo cultural de occidente. Homo sum, humani nihil… Hecho que se destapa como una gran fosa común en “Ruándicas”, texto que adopta una vigorosa segunda persona y la técnica del flash, del fragmento, para desdoblar el pensamiento del personaje y su remordimiento por el exterminio del pueblo tutsi, reconocido mundialmente como el genocidio del machete.

Para que con la lectura no seamos embaucados, el ejercicio de la crítica —que implica, en el peor de los casos, un doble embaucamiento– debe curar sus intenciones. Mis intenciones no se salen del korapy de la literatura. “La realidad delira” y querer aprenderla o encerrarla en una verdad consagrada es una de las peores mierdas que se les ocurrió a los stalinistas y que nos ha salpicado a todos los intelectuales de izquierda. Empero, el breve resplandor denuncialista del Manual… engrosa así mismo la dimensión total del libro de Javier. Es otra arista del objeto, otra trama de su arte narrativo.