sábado, 25 de junio de 2011

LA ROSA

La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.

Jorge Luis Borges

jueves, 23 de junio de 2011

PARA DORMIR A UN PATOTERÍN

Suelen dar lugar a la frustración los intentos por lograr que un niño pequeño se adentre en los terrenos del sueño. La técnica que aquí se describe ha sido probada en el campo de batalla y ha demostrado altas cuotas de efectividad. Para ponerla en práctica es menester contar con los siguientes materiales:

Foto 1

* Un celular con cámara fotográfica.
* Una mecedora como la que usaban las abuelas de antes, mejor aún si es de cables (foto 1).
* Un nutrido repertorio de canciones infantiles.

El celular debe dejarlo al alcance de su mano derecha. A continuación, siéntese en la mecedora y recueste la cabeza del bebé sobre su hombro izquierdo. Empiece los suaves movimientos pendulares y acaricie con su mano derecha la espalda del patoterín que no quiere dormir, al tiempo de poner la izquierda sobre su cabecita.

Cante primeramente la canción de los pollitos que dicen pío-pío cuando tienen hambre y cuanto tienen frío. No olvide mantener el movimiento de la mecedora. La siguiente canción es la de los patitos chiquititos que van juntitos a nadar. Columpiar. Ir bajando gradualmente el volumen de la voz, sin cesar el movimiento por ningún motivo.

Foto 2

"En un viejo hospital de los muñecos / llegó el pobre Pinocho malherido" es por fuerza la música que debe seguir a las dos primeras. A partir de aquí los pasos a seguir son éstos:

Paso 1. Cante una canción infantil (a elección) o silbe un vals de Shostakovich.
Paso 2. Tome el celular con la derecha y saque una foto de la cara del bebé.
Paso 3. Analice la imagen obtenida. Si es similar a la foto 2 vuelva al paso 1. De ser igual a la foto 3 la operación se da por concluida con éxito y sólo debe colocar al bebé en su cuna.

Foto 3

El procedimiento se debe llevar a cabo durante un máximo de sesenta minutos. Si transcurrido ese tiempo no se ha logrado el objetivo, deberá usted probar con hipnosis o somníferos :)

martes, 14 de junio de 2011

NAGUI, autor del Quijote


Fue estando en África que leí en un diario -de logo amarillo y línea periodística ídem-, sobre la demanda por plagio llevada a cabo por la escritora MAUGE contra su colega y compatriota NAGUI. Recuerdo haber quedado primeramente algo sorprendido y bastante interesado en el asunto después. No olvido que me dije que alguien podría escribir, en clave borgeana, un texto con el título que ahora lleva este post. El plagio es bifronte como Jano -aquel dios que es una de las pocas cosas que los romanos no saquearon de la mitología griega-: puede vérselo como un delito y/o como una "poética de los espejos".

Vale aclarar que no soy amigo de los autores en cuestión y que no guardo con ellos otra relación que la coexistencia en el tercer planeta. Y que antes del supuesto plagio no había leído ninguna obra brotada de sus plumas (por descontado doy que ellos tampoco leyeron una sílaba de las mías). Cuando regresé a la patria me las agencié para conseguir ambos títulos y les di lectura. Bien sé que en Paraguay hay una política de "mejor no meterse", porque el hacerlo es tomar partido. También sé que al publicar mi opinión sobre el tema convertiré en odio la tierna indiferencia de una buena parte de mis colegas escritores. Pero uno es como es nomás.

Leí el texto de MAUGE y el de NAGUI. El libro de éste último tiene un sabroso encanto infantil del que el primero carece. La obra de MAUGE semeja más a un texto de historia, con las kilométricas intervenciones del personaje del abuelo. En mi lectura no he encontrado plagio. ¿Puntos de contacto? Sí, los hay, pues el tema tratado es el mismo, se viaja a la misma época, al pasado sólo se viaja con máquinas del tiempo y en los libros de literatura infantil no suelen escasear los niños ni los animales parlantes.

Respecto al título de este post, otra aclaración es necesaria. Es bien cierto que la obra acusada de plagio ni se acerca a lo que es El Quijote, y es también cierto que NAGUI no es Pierre Menard, pero su contraparte sí parece tener mucho, pero mucho, de Carlos Argentino Daneri.

Presentación

He aquí, en formato PDF, el texto que el escritor Carlos de Tomás leyó en la presentación del libro El hombre que leía a Dumas, en los salones de la Biblioteca Casa de las Conchas de Salamanca.

domingo, 12 de junio de 2011

La chiripa

Publicaron mi cuento en Artesanías Literarias, fue en agosto de 2.010 pero lo encontré recién hoy, por accidente, gracias a la magia de Google.


Osobuco


La opera primera de ese gran escritor que es Ever Román, se presentará el próximo 15 de junio.
Quienes tengan la fortuna de estar por la bella Buenos Aires no deberían perderse este lanzamiento. Congratulaciones, Ever! Y que vengan muchos títulos más.

sábado, 11 de junio de 2011

El ayer es como el agua

Enamorado estoy
y voy a estarlo siempre
de la que eras vos en aquella época.

Enamorado estoy
y siempre lo estaré
de la que fuiste vos alguna vez.

domingo, 5 de junio de 2011

El descuido

L. había salido de vacaciones a las Galápagos. En su primer día de recorrido por las islas, pudo ver leones marinos, pingüinos, tortugas gigantes, delfines y tiburones. Ya de regreso, en el muelle, el ronroneo persistente de su estómago lo impulsó a buscar la cena.

El restaurant elegido tenía el poco apropiado nombre de El Chocolate. Numerosas eran las mesas desperdigadas en el recinto, todas llenas. Se oía el entrechocar de cubiertos, mezclado con la risa de los comensales. Apenas vio que se desocupaba, L. se apoderó de una mesa y llamó al mozo para que retirara los cubiertos y otros restos del naufragio.

El bullicio era generalizado. Mucha juventud. La mesa que estaba directamente frente a la de L. estaba poblada de jovencitas con el pelo mojado, clara señal de que hacía pocos minutos habían también regresado de hacer snorkel o de una tarde en la playa. Algunas estaban aún en malla o deux pieces. Sentadas a la mesa, hablaban con la mayor naturalidad del mundo, lo hacían en inglés. L. creyó reconocer el acento de Nueva York, y se volvió antena para intentar seguir el hilo a las conversaciones.

En eso estaba cuando del baño salió una mujer de cuerpo espléndido, llevaba un hipnótico biquini y se aproximó al grupo que ocupaba la mesa frente a L. Quedó parada allí, conversando con las otras muchachas, sin decidirse aún a ocupar la silla vacía de la cabecera. L. entró en éxtasis por la belleza de ese cuerpo bronceado, en especial por las nalgas que sobresalían de la estructura. Eran unos glúteos de extraordinaria redondez, la simetría era perfecta, podía intuirse una gran firmeza al tacto. El blanco biquini no hacía más que acentúar el poder de atracción.

Sin dudarlo, L. sacó su cámara de última generación y la colocó, como distraído, sobre la mesa. Sacó la tapa que cubre la lente, apartó los frascos de sal y pimienta que se interponían entre el ojo de la cámara y las bellísimas nalgas, encendió el equipo y cambió la configuración, para que no hiciera sonido alguno al tomar la foto. No era cuestión de llamar la atención.

Ajustó el zoom, enfocó y presionó el botón. Un relámpago impactó en la noche del restaurant como un flamígero misil. Todas las miradas convergieron en él, incluyendo la de la dueña de las fotogénicas nalgas. En su apuro, L. había olvidado apagar el flash. Cuando el mozo vino a tomar el pedido de la mesa que hacía un par de minutos había limpiado, notó que estaba vacía.