Esta semana, descubrí que hay silencios que pueden doler todavía más que una calumnia de primera plana.
Esta semana, descubrí que el silencio a veces puede ser cómplice y también herir como un fragmento de vidrio.
Esta semana recordé, muchas veces, que para que el mal triunfe sólo hace falta que los buenos no hagan nada.
Y también en esta semana pensé, y me repetí, que una mentira no se vuelve verdad sólo porque un millón de borregos crea en ella.
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