El primer Chester al que conocí fue el Chester periodista, leí sus artículos en algunas revistas primeramente y en diarios vecinales después. En su prosa de elegante léxico podía abundar el humor, pero también el sarcasmo y la ironía.
Cuando visité ese templo del arte que era su casa me cupo conocer al Chester músico, que se prodigaba en múltiples instrumentos. En medio de su siempre enriquecedora charla podía tomar súbitamente la guitarra para cantar una Balada de Johnny McGun o Yo no me arrastro, ese verdadero himno compuesto por el abuelo del rock nacional.
Poco tiempo después me presentaron al Chester artesano. Todavía tengo uno de sus trabajos en arcilla, la obra está compuesta de numerosas líneas curvas que se entrecruzan en un laberinto de geometría no euclidiana. Le pregunté qué simbolizaba y con su habitual sorna respondió: la burocracia.
Al Chester caricaturista lo conocí muy poco, solo a través de trabajos del pasado. Al Chester ilustrador pude verlo en acción con mucha frecuencia, estaba siempre sacando petróleo de entre los pixeles de su vieja Macintosh. Fui testigo de cuando el Chester pintor produjo una serie de telas de tema astronómico. Tengo hasta ahora entre mis más preciadas posesiones dos obras suyas, un gigantesco cuadro con imágenes del universo y otro más pequeño, de técnica mixta.
En los últimos tiempos redobló su eterna preocupación por lo que pasaba en el planeta, el Chester activista manifestaba insistentemente, a través de sus cartas ciudadanas e intervenciones radiales, sus diatribas y venablos contra la política, contra la estupidez y la mediocridad que corroen los cimientos del día a día.
Con el que más he conversado de arte fue con el Chester escritor, el que dejó una docena de novelas, cinco libros de cuento, varios poemarios e innumerables artículos periodísticos. Esos escritos en su mayoría inéditos que esperan por un editor con visión que pueda entregarlos a los brazos de la imprenta.
Contestatario congénito, loco genial, fue un guerrero
de la libertad y de la cultura, un artista multifacético y de creatividad
inagotable que bebió de la vida hasta las heces. También fue uno de esos
espíritus libres que nacen para liberar conciencias y desenjaular mentes. Hubo
muchos Chésteres pero al que más extrañaré es al Chester amigo, al hermano
mayor.
Te fuiste en paz con la vida y graduado de maestro de varias generaciones luqueñas. Nuestra gratitud es ya tan eterna como tu legado, lobo estepario.
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