Primero me siguió en Twitter. Se hizo después seguidor de mi blog. Pasado un tiempo, siguió mis actividades en Facebook y mis pasos en foursquare. Luego, pasó a seguirme en la vida real: lo vi caminar detrás de mí en la calle; me espiaba en el shopping.
Ahora, mientras hablo con usted, se que está en algún lado, sometiéndome a su mirada. Por eso, Señoría, es por eso que necesito la orden de alejamiento.
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