viernes, 18 de junio de 2010

SIEMPRE NOS QUEDARÁ JOSÉ

En los alrededores del año 2000 leí en Internet la reseña de una novela que planteaba una reelaboración del mito platónico de la caverna. El autor era un portugués cuyo nombre –en ese entonces– me resultaba desconocido por completo. Consulté mi motor de búsqueda favorito y me enteré de otros títulos de sus obras e inmediatamente compré tres de sus libros en una imitación brasileña de Amazon.com.

Una semana después, al llegar a casa, el paquete de libros me aguardaba en la sala. Gratísima visita. No he olvidado los títulos: A Caverna, O Evangelho Segundo Jesus Cristo y A jangada de pedra. Todo en portugués. Recuerdo haber empezado por O Evangelho…, supe que había sido tachado de blasfemo por diversos sectores de la iglesia católica y eso siempre atrae. El libro iniciaba con un grabado de Alberto Durero y lo acompañaba una minuciosa descripción que era inevitable calificar de magistral. Leí la novela hasta convencerme de que mi posesión de la lengua de Camoens simplemente no era suficiente para encarar literatura y menos aún literatura de 24 quilates como la que tenía en frente.

El autor en cuestión era, por supuesto, José Saramago. Años después conseguí las versiones en español de casi todos sus libros y me sumergí en sus páginas. Los argumentos de sus novelas rozan lo inverosímil, pero la elegante prosa y el acabado oficio del portugués logran siempre revestirlo todo de una granítica credibilidad. Su estilo es inconfundible: oraciones de gran longitud, puntuación escasa y diálogos no explícitamente señalados.

Hoy, este magnífico escritor se encontró con la segunda fecha de su epitafio: quiero decir que se murió. Portugal ha perdido a su único Nobel de Literatura y sus ávidos lectores nos hemos quedado viudos de las novelas que ya no podrá escribir. Pero la suya es una literatura que permanecerá, porque es la literatura de un gigante. Sólo resta desear que su alma descanse en paz. Porque su obra y ahora él mismo forman ya parte de ese inquietante misterio que es la eternidad.

2 comentarios:

  1. Muy bueno el artículo del blog."Su estilo es inconfundible: oraciones de gran longitud, puntuación escasa y diálogos no explícitamente señalados". El amor del que tanto hablaba hará que nunca se lo olvide. Otra cuestión es impresionante como pudo mantener siempre el mismo nivel de literatura, por así decirlo. Cosa que suele suceder. Hasta éxito comercial tuvo. Además, quedan sus pensamientos, sobre la muerte, la democracia, los pobres, los ricos, la responsabilidad social...

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