domingo, 4 de septiembre de 2011

Último deseo



Con los fusiles ahítos, el pelotón estaba preparado. El condenado a muerte miraba directamente a los ojos de los soldados. No había temor ni había arrogancia en su rostro. Le preguntaron por su último deseo:

-- Quiero revisar mi Facebook.

Se lo concedieron. Le alegró ver que tenía tres nuevas solicitudes de amistad. Las aceptó. Declinó la invitación a un evento. Escribió una despedida en su muro, sin sensiblería ni retórica. Cerró sesión y devolvió el computador portátil.

La cuádruple descarga lo derribó.

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