lunes, 16 de noviembre de 2009

La belleza del desastre


El domingo pasado (15 de noviembre) fui al Accra Mall a disfrutar de 2012, la película donde Roland Emmerich hace lo que mejor le sale: destruir el planeta. De la mano de este director alemán, el mundo del cine ha asistido al resurgimiento del cine-catástrofe. Al ver al globo terráqueo siendo devastado por las fuerzas de la naturaleza -un cataclismo en metástasis- me quedé pensando en la belleza que puede mecerse en los brazos del desastre.

Del desastre puede emerger belleza. Esa es la tesis. El caos puede configurar belleza. Las escenas de la destrucción de la Tierra me resultaron remarcables por su hermosura, por la intensidad de su estética. Me puse a pensar que suele ser unánime encontrar belleza en la imponente majestad de unas ruinas. Y evoqué imágenes de las de Grecia, las de la civilización inca, de Tikal en Guatemala, entre otras.

Belleza en el desorden. Las fotografías que se captan tras el paso de un huracán que arrastra consigo su violencia inercial. La lejanía de la perfección. Imágenes de una ciudad desmigajada por un terremoto. La incontrastable belleza de un hongo nuclear. El mirar a los ojos al abismo. Dejando fuera de consideración el usual elevado saldo en vidas humanas, confieso una atracción por la dimensión estética de la destrucción. Aunque no es improbable que se trate de una patología.

1 comentario:

  1. En poco tiempo volveremos a tener al mejor escritor luqueño y posiblemente del py... con el person estamos preparando los panes para tirar detras de la heladera .. ja ja...

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