sábado, 9 de julio de 2011

La traición de Robinho


Luego de casi tres años de trabajar fuera de Paraguay, M. estudió la posibilidad de regresar a su patria. Lo ataban a África un gran salario y un buen trabajo. Aun así, iba madurando lentamente la idea de volver. Aparte de la nostalgia, algunas cosas leídas y oídas iban inclinando la balanza a favor del retorno.

"Aunque lluevan oro y plata en tierra extraña, y lanzas y puñales en la propia, es mejor estar en nuestra patria", leyó en algún libro, en la lejana época de su niñez y ese pensamiento lo asaltó durante un desayuno. En un video en Youtube de la canción "Jambo Bwana", de Safari Sound Band, pudo leer: "Un hombre recorre el mundo en busca de lo que necesita y vuelve a su casa para encontrarlo". Después, el gran Cajetan Nagua le dijo "There's no place like home". No hay lugar como la casa.

Pero la decisión la tomó gracias a Robinho. El entonces jugador del Manchester City inglés abandonó su club para vestir nuevamente la casaca del Santos, en su querible Brasil. "En Europa gano mucho más, pero en Santos soy feliz" fue la frase que, mutatis mutandis, había dicho el habilidoso delantero. A M. esas palabras le llegaron bien hondo y gracias a ellas entendió que sólo sería plenamente feliz estando donde sus familiares y amigos, en el lugar residían sus afectos. Entonces lo dejó todo y volvió a su país. Enorme era su gratitud para con el desequilibrante jugador sudamericano; su decisión se había constituido en el empujón que necesitaba para tomar la suya.

Un día de noviembre o diciembre, en su casa de Luque, M. se lleva una bonita decepción. El que aparece esquivando patadas, en un partido en vivo por la pantalla de ESPN, no es otro que el escurridizo jugador brasileño: Robinho en San Siro, defendiendo la camiseta del Milan italiano.

"El euro puede más", pensó M. y de inmediato se puso a vivar las jugadas de la Juve.

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