sábado, 9 de julio de 2011

Alegrías del mundo onírico


Soñé que vivía una escena dentro de un templo faraónico. Hablábamos un idioma que era una música. Dialogábamos, todos conversábamos en un concierto orquestal y me encantaba poder entender el lenguaje, sintonizar, ser parte de ese fragmento de la historia egipcia. Estaba pleno y feliz.

Al despertar, resonó todavía en mi cabeza -por un tiempo- aquella música incomparable, lengua maravillosa que pude poseer en un sueño y que la vigilia ha ya borrado irreparablemente.

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