Foto: Flickr
Hacía tiempo que le gustaba, así que la invitó a cenar a su casa. Ella aceptó. ¿La comida? Abundante y exquisita. Serena y cómplice la noche. Sonriente, la invitada pidió a su anfitrión un poco de sal. Él se disculpó: había olvidado colocarla en la mesa.
Estaba decidido a impresionarla, así que fue, hurgó en los cajones y regresó con el meñique izquierdo de la mujer de Lot. Sobresaltada, ella abandonó la casa. Jamás volvieron a verse.
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