Considerarlo un gran poeta es enredarse sin defensión en las inocentes trampas de lo obvio, hablar de su inmortalidad en el alma de nuestro pueblo es incurrir en una perogrullada. Yo tengo para mí que Emiliano fue el poeta más grande que dio nuestro suelo, sin necesidad de agregarle el adjetivo "popular", ni de especificar lengua alguna. Pues se movía con soltura por los terrenos del guaraní, de la lengua de Quevedo, y también por los de su amalgama: el jopara "rudimentario y dulce".
Quizá hubo algún compatriota que escribió mejor que él en español. Hay, tal vez, quien lo hizo mejor en guaraní. Pero si hacemos un balance y buscamos un promedio, teniendo en cuenta la profusión de su obra, la calidad de Emiliano R. Fernández no tiene rival. Prolífico como él sólo. Hay que remontarse hasta Lope de Vega, el Fénix de los ingenios, el Monstruo de la Naturaleza, para encontrar a alguien que pueda ensombrecer sus números. Ya afrontando la lírica o la épica, la calidad de su pluma no amaina. Y, así como la del español, la poesía que escribiera está impregnada de sus vivencias, lo que le otorga una sólida autenticidad.
Es mi objetivo evocar, en estas líneas apretadas, al cuentista que había en nuestro vate. Al menos dos de sus composiciones musicalizadas son perfectos cuentos, que decidió expresar en forma poética, con sus rimas y su métrica justa. Ambas están escritas en guaraní y tienen una longitud mayor a la habitual, superando las diez estrofas. Se sabe que el número de sus poemas dobla el millar, y es seguro que hay muchos más que pueden colocarse dentro del horizonte de sucesos de la narrativa. Aquí nos enfocaremos, sin embargo, en dos de sus más conocidas creaciones.
La primera es aquella canción que lleva por título "Farra chu'i che képe guare", donde con la clásica estructura introducción-nudo-desenlace, Emiliano cuenta que recibe la invitación de Cristo para una descomunal farra en el cielo. Nombres de santos son citados a granel, hay mucha humanidad en ellos, virtudes y defectos como en los dioses de la mitología griega; aparece incluso algún divino ka'u argel. La otra canción que recuerdo es la que se llama "Tujami", tenemos aquí una composición todavía más literaria, con diálogos y pavesas de relato enmarcado. Nuestro poeta conversa con un veterano de la Guerra Grande y le da el pase en profundidad para que narre sus vivencias en aquella contienda de exterminio. Poderosos tropos invaden el texto, lo transitan metáforas geniales como "metralla amandáuicha okukúi".
Emiliano R. Fernández, cuentista, poeta, guerrero, bohemio, homme de lettres, hermano mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario