Leo en uno de los libros no incluidos en los Evangelios apócrifos, que aquella noche José de Arimatea se aproximó al grial donde había recogido la sangre del Nazareno. Enfocó el líquido obscuro. Olisqueó el aire circundante y vio que era bueno.
Una voz lo animó a probarla, a beber un sorbo del vino sagrado. Vaciló un momento eterno. Después, se alejó con velocidad: el historial de vampirismo en sus antepasados era todavía la comidilla del vecindario.
¡Óita mitä Xavier!
ResponderEliminarAipo José de Arimatea piko ndaha'éi manguruju mba'e, upe ñanderuguy oipytéva...
Excelente microcuento Javier. Sorprendente y atómico.
Felicitaciones.
Jajaja, manguruju. Peteï ñati'u jefe hína ha'e, che dúki :)
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