Cuando le anularon -por posición adelantada- su gol de chilena, el culto delantero no miró con animadversión al juez de línea. Simplemente se levantó, sacudió de su vestimenta las sanguijuelas del pasto y creyó sintonizar con lo que sintió Héctor al enterarse de que no había dado muerte a Aquiles sino a Patroclo.
clínicas de obra
Hace 3 años
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