domingo, 13 de noviembre de 2011

Una entrevista en Buenos Aires

Publicado el 13 de Noviembre de 2011
Por Ivana Romero
Damián Cabrera y Javier Viveros son dos de los nueve autores que integran el volumen. Las narraciones, compuestas luego de la caída de Alfredo Stroessner, tienen la marca de la mixtura lingüística entre el español y el guaraní.
Que un libro dialogue con un lector, es un lugar común. Que un libro se agite en la mochila o la cartera porque pareciera que allí dentro hay mucha gente que habla entre sí de balcón a balcón, como habitantes de una casa tomada por asalto, es menos frecuente. Pero es lo que sucede con Los chongos de Roa Bastos (editada por Santiago Arcos), una antología de narrativa contemporánea de Paraguay que reúne nueve autores, en su mayoría, menores de 40 años; es decir, hijos directos de la larga dictadura de Alfredo Stroessner, entre 1954 y 1989, a quien ellos llaman el “Tiranosaurio”. Pero ni ese mote ni el título del libro –que admite una filiación aunque también, un goce de la clandestinidad– son la única irreverencia de estos muchachos (en la antología sólo se incluye una chica). En esas páginas se entreveran el castellano, el portuñol, el jopara, el guaraní. Crean una lengua nueva que une estos relatos, mucho más que una tradición literaria o una visión del mundo compartida.Es lo que ocurre, por ejemplo, con los textos de Javier Viveros (nacido en Asunción en 1977) y Damián Cabrera (nacido en Asunción en 1984) que, formalmente, son bien distintos entre sí. Estos escritores estuvieron el fin de semana pasado en la presentación de la antología en Villa Ocampo en el marco del ciclo Primavera Independiente junto a Sergio Di Nucci, Nicolás García Recoaro y Alfredo Grieco y Bavio, encargados de la selección de los autores. En “De polvo eres”, escrito por Viveros, el personaje principal dice: “Desde que llegué a Pedro Juan Caballero supe que existían dos repúblicas del Paraguay cohabitando en el atlas, compartiendo la misma geografía pero siendo diametralmente opuestas. Asunción es lo urbano, el cemento, el smog y la miseria. El interior, en cambio, es lo rural, la campiña, el cielo claro y la miseria. Los pueblos del interior portan siempre ese aire cansino, reposado, donde inclusive el perfume virulento de la globalización llega tarde”. Viveros volvió hace un tiempo de una larga estadía en África, donde trabajó como consultor en el área de tecnología de la información. Sobre el territorio que traza Viveros, Cabrera siembra otra geografía, mestiza, provocadora, que no elige un solo registro sino una palabra “trans”, como dice. “Desde es el filtro: Eu sou da tríplice frontera. Yo soy de Minga Guazú, y lo digo como si en ello hubiera algún mérito, como si salir de la orilla para hablar (mi lugar de enunciación) fuese suficiente escudo, che výroitépa”.


–El título del libro alude a un cuento de Cristino Bogado, “El chongo de Roa Bastos”. Si bien estos relatos son muy distintos entre sí, ¿Roa Bastos sigue siendo una referencia?Javier Viveros: –Sí, es un referente porque después de la dictadura pasó a ser ícono de la libertad de expresión de la intelectualidad paraguaya. Además, ganó el Cervantes de manera paralela a la caída de Stroessner. Sin embargo, aunque tiene mucho valor por su visibilidad, no es necesariamente el máximo escritor de nuestro país. Entre los menores de 40, nos estamos sacudiendo su sombra. Damián Cabrera: –Roa Bastos es una referencia compleja. Se siente identificado con la literatura oral guaraní pero él nunca escribió en guaraní, quizás no porque no haya querido sino porque si no perdía posibilidad de que su literatura se publicara a nivel internacional. El Premio Roa Bastos de Novela que organiza Alfaguara, por ejemplo, establece que no se puede escribir en guaraní.–Hace unos años, Pedro Mairal dijo: “Mi generación no tuvo que matar a sus padres literarios porque ya los habían matado o silenciado los militares. Mucha gente nacida alrededor de los ’70 no tuvo padres literarios sino abuelos como Borges, Cortázar, Bioy, Arlt. Y uno con los abuelos no tiene conflictos”. Es decir, cada país tiene sus propias sombras y las dictaduras son un eje común que también atraviesa el panorama cultural.JV: –Te respondo con una cita de Roberto Bolaño, que decía que la gran literatura del siglo XX la escribieron en Argentina. Porque acá están Cortázar, Arlt, Borges. Hay una Buenos Aires creada por la escrituras de estos maestros, mítica, quizás un poco hegemónica en el sentido de que también colonizó nuestro imaginario literario. –¿Y qué sucede con el imaginario político? Tu cuento, Javier, “La chiripa”, relata el atentado contra Anastasio Somoza, exiliado en Paraguay. Y allí aparece un argentino, evidenciando que los procesos represivos tuvieron características propias en cada país aunque compartieron horrores comunes.JV: –Toda literatura es política pero eso no significa que lo político sea el único tema de la literatura. Para ese cuento me leí todas las memorias de Enrique Gorriarán Merlo para escribir, finalmente, apenas dos párrafos. Pero necesitaba esa estructura. Estoy convencido de que hay una forma que le va mejor a cada relato que ninguna otra. No siempre la dictadura del narrador omnisciente que todo lo sabe es lo adecuado, sino que hay una polifonía posible, formas diferentes para que lo que uno quiere contar llegue de la mejor manera. DC: –Nuestro vínculo con la dictadura del Tiranosaurio es ineludible porque fue muy larga. Inclusive hoy hay nostalgias fuertes, no masivas pero cada vez más explícitas. Hace un tiempo salieron unas calcomanías que decían “Era feliz y no lo sabía” y agregaban entre paréntesis 1954-1989. –En el libro hay una mixtura lingüística muy rica. ¿Es, de algún modo, reflejo de hibridaciones sociales?DC: –En verdad, no dejan de ser experimentos literarios. Es decir, en la sociedad las mezclas no son tan amables. Ciudad del Este, donde vivo, no es un paraíso multicultural donde todos viven armónicamente. Hay hostilidades a veces sutiles, hay mezclas posibles y mezclas que no logran llegar a nada. Por ejemplo, hay colectividades inmigrantes que no se relacionan con el resto de la ciudadanía a no ser desde una forma colonial. A las comunidades migrantes en el Alto Paraná, de origen germánico o germano brasileño, se les llama “colonia” y no es agradable para vivir porque hay discriminación. Muchos jóvenes migraron. Antes, a Buenos Aires y ahora, a España. JV: –Yo creo que es falso eso que dice Tolstoi de “pinta tu aldea y pintarás el mundo”. El ser humano es el mismo en todo lugar pero la cultura determina modos distintos de ver las cosas. Estoy escribiendo cuentos de temas africanos y aun así sigue siendo literatura paraguaya, porque lo hago desde una visión latinoamericana. Es decir, lo lingüístico es una marca que evidencia lo complejo de la relación entre una visión del mundo y la forma de expresarlo.–¿Cómo es la circulación de la literatura paraguaya? En el prólogo del libro se señala la importancia de las editoriales cartoneras (o sea, el paralelo de nuestra Eloísa Cartonera) y de la Web frente a un mercado editorial no muy próspero. DC: -Las cartoneras permiten modos de circulación de textos que de otro modo quedarían en un cajón. Pero son tiradas pequeñas. Cuando murió Roa Bastos, el diario ABC vendió 24 mil ejemplares de Penal el Paraíso que imprimió con forma de suplemento, pero eso fue excepcional. Vender 500 ejemplares es ser best seller. JV: –Paraguay es el país latinoamericano con menor conectividad a Internet. Pero aun así, la Web es un buen lugar para que haya circulación de textos. Yo cuelgo mis libros en pdf en mi blog, y listo. Porque, bueno, no hay muchas librerías en mi país y encima, tienen pocos libros de escritores contemporáneos. Pero en ningún lado las condiciones de circulación son prósperas de entrada para los escritores y eso no tiene por qué desalentarte.

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/los-chongos-de-roa-bastos

4 comentarios:

  1. Sos un gran escritor Javier, todos tus logros son muy merecidos. Un abrazo.

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  2. Javier, acabo de "surfear" la nota en Tiempo Argentino, lo que me trajo acá, lo que me llevó a descargar y leer en minutos "Mensajeámena" y proferir como todo comentario: "¡Genial!" Me encantó -aunque aborrezco escribir sms, y suelo aborrecer recibirlos- Siento que tengo algo maravilloso para compartir con mis alumnos en cuanto a poesía y registros lingüísticos, códigos, bla, bla, bla... Pero sobre todo... ¡jamás había relacionado el haiku y los sms..! Te sigo leyendo, un abrazo desde Bs. As.

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  3. ¡Hola Mary! Recordé que estaba en tus dominios cuando recorría Buenos Aires. Un abrazo desde Asunción.

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  4. Hola Marcelo. ¡Qué buena onda! Yo soy más fana de escribir SMS que de hablar, quizá eso haya ayudado un poco :) Me alegra saber que te gustó el librito y me alegra aun más saber que lo compartirás con tus alumnos. Mi gratitud. Un gran abrazo.

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