Foto: Flickr
Una burrerita pasó una mañana por el Monte Cáucaso y oyó el lamento de Prometeo mientras el águila le devoraba el hígado.
La escena se repitió al día siguiente y al otro. Al cuarto día, la burrerita se detuvo para observar mejor la escena.
Vio al águila hundir y levantar el pico alternadamente y envidió su eterna provisión de menudencias.
--Oïnte voi la isuérteva ko mundo ári --dijo, acicateando al burro para que avanzara y sin dejar de fumar su cigarro poguasu.
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