lunes, 13 de julio de 2009

MOSQUITOS

Manotazos de aquí para allá que dejan una mortandad de mosquitos, manchas de sangre estampadas contra las paredes como pinceladas de arte abstracto. Alas, agujas hipodérmicas, patas y todo el aparato de zancudos revueltos en un caos.

El mosquito es con seguridad uno de los animales más odiosos. Y no sólo por ser vector de innumerables enfermedades. Su detestable condición radica más bien en que lo suyo es artero. Espera pacientemente colgado de las vigas del techo, camuflado en la cómplice oscuridad de las vigas, aguarda a que el humano sea vencido por el sueño, y entonces se arroja, aguja hipodérmica en ristre, con su incordiante sonido de cazabombardero en picada.

Colocación de las patas, elección de una zona sabrosa e inyección de la puntiaguda lanza de succión sanguínea. El humano, atrapado en el enmarañado ysypo de un profundo sueño, no puede ya defenderse, su aparato sensorial está anestesiado, disminuido. Algún movimiento involuntario, producto de una pesadilla atroz, de esa caída de una altura inconmensurable o de ese "perder pie" que muchos dicen que es el retorno del alma al cuerpo luego de su viaje por el plano astral, hará que el mosquito abandone su labor momentáneamente y busque resguardo en la pared más cercana, o en el borde de la cama.

Posición vertical, las patas aferradas a la madera para burlar a la gravedad. Todo es simplemente esperar a que la víctima vuelva a su quietud mortuoria, que al fin y al cabo el sueño es una pequeña muerte, dormir es ir pagando por la vida en interminables cuotas, hasta saldar el préstamo con la extinción. De nada vale la oscuridad, no logrará confundir al insecto enemigo, el zancudo tiene sensores que detectan el vapor de agua y el calor. Los mosquitos tienen algo de modelos de alta costura. El cuerpo flaco, estilizado hasta la casi anorexia. La habilidad de succionar sangre. Un chillido horrendo y molestoso. Las comparaciones podrían seguir, pero no será éste el texto que las agote.

Lo vemos nuevamente colocado sobre el brazo izquierdo, acomodándose, apartando los pelos del sujeto elegido. Succión. Armoniosa sintonía con el torrente sanguíneo. Succión. Glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Succión. Hasta el hartazgo. Mosquitos, aviesos vampiros diminutos, hemofílicos impacientes que obtienen sus transfusiones a la fuerza.

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